sábado, 11 de junio de 2011

Cristo: Plena Revelación y Respuesta

Por lo cual, el que ahora quisiera preguntar a Dios o querer alguna visión o revelación,
no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo totalmente los ojos en Cristo, sin querer alguna otra cosa o novedad.
Porque le podría responder Dios de esta manera, diciendo: “Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿Qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon tus ojos sólo en Él, porque en Él te lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en Él aún más de lo que pides y deseas. Porque tú pides locuciones y revelaciones en parte y, si pones en Él los ojos, lo hallarás en todo, porque Él es toda mi locución y respuesta, y es toda visión y toda mi revelación; lo cual os he ya hablado, respondido, manifestado y revelado, dándoosle por Hermano, Compañero y Maestro, Precio y Premio. Porque desde aquel día que bajé con mi Espíritu sobre Él en el monte Tabor, diciendo: Este es mi amado Hijo, en quien me he complacido; a Él oíd (Mat 17:5), ya alcé yo la mano de todas esas maneras y enseñanzas y respuestas y se las di a Él; oídle a Él, porque yo no tengo más fe que revelar, ni más cosas que manifestar; que, si antes hablaba, era prometiendo a Cristo, y si me preguntaban, eran las preguntas encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de allar todo bien ( como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apòstoles; mas ahora, el que me preguntase de aquella manera y quisiese que yo le hablase o algo le revelase, sería en alguna manera pedirme otra ves a Cristo, y pedirme más fe, y ser falto en ella, que ya está dada en Cristo; y así; haría mucho agravio a mi amado Hijo, porque no sólo en aquello le faltaría en la fe, mas le obligaría otra vez a encarnar y pasar por la vida y muerte primera. No hallarás qué pedirme ni qué desear de revelaciones o visiones de mi parte. Míralo tú bien, que ahí lo hallarás ya hecho y dado todo eso, y mucho más en Él.

Del libro San Juan de la Cruz, pag 90 de Editorial Porrúa Mex 1973

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